jueves, 2 de noviembre de 2006

La Rabia

Se supone que P. iba a enseñármelo todo, pero lo único que pude aprender fue que solo existe UN tipo de amor, el propio. Podría empezar una declaración enfermiza ahora mismo, pero mi ego se resiste a dedicarle todos mis traumas.

Me parece, a estas alturas, que el odio es lo único real, saboreable, estremecedor. No se puede confundir la pena, con los rayos láser. Las mariposas estomacales con la presión en la tráquea. Nada es comparable a los puños, los dientes y los músculos apretados.

Más que libertad y sordidez, P. me enseñó a desconfiar de todo. No solo usaba su lengua para recorrer mi cuello sino también para darme cátedra, inconciente claro, acerca de todo el proceso del engaño (a cualquier ser humano). La desconfianza te protege del daño externo pero no de la rabia. De eso, que nace completamente de las entrañas, no te protege nada.

Crecer es perder la inocencia a mordiscos, el sistema inmunológico de alguna manera se adapta a las decepciones. Pero dudo que a los músculos apretados. No me compro lo del perdón absoluto, nada más frustrante que no poder romperle la frente a tiros a eso/ese/esa/ putamadrequeloremilparió que convirtió cualquier tipo de sensación en odio.

[NIÑOS, HOY ES 3 DE NOVIEMBRE. LA ZONA CUMPLE UN AÑO EN LA INTERNERD. ¡YAHU!]