miércoles, 20 de junio de 2007

Qué extraño. Qué extraño cómo llegamos a este punt...

Qué extraño. Qué extraño cómo llegamos a este punto, con los ojos completamente inmóviles. Como siempre, insufribles.
Con esa sensación permanente de salir de la ducha y encontrarse un ventanal abierto. Esa que ni se nota, porque siempre estuvimos temblando.
Y uno, acá, supuestamente acostumbrado a cuidarse solo y a los cambios fuertes, que jamás, jamás fueron tan violentos. Con la convicción de que nada podría empeorar, porque nacimos abandonados y es la única sensación de la que nos enamoramos perdidamente.
Pero aun cuando me acostumbré a la mediocridad de la calma, estoy aquí, intentando convencerme de que mi mundo nunca volverá a ser como antes. Dándome ánimos para aprender a gatear, caminar y hablar de nuevo. Todo de nuevo.

Tengo extraviado un pedazo de historia y es como si hubiera perdido el páncreas. Pero también estoy intentando recuperar la parte del mapa que debieron haberme mostrado hace años. Y todos sus caminos y sus trazos. Intento recordar las cosas que alguna vez fueron todo y, con todas mis fuerzas, intento sentir el mismo terror de perderlas. La misma ansiedad y la misma paranoia, que es mejor que todas las risas estridentes y complacidas de la gente que odio. Mejor que cualquier droga y mejor que la mejor puta canción.

No voy a despegarme de esto, a pesar de la improbabilidad y la frustración, a pesar de que me desilusiona cada día y de que me lo advirtieron. A pesar de que los mayores se encargan de demostrarme que estoy perdiendo el tiempo. No voy a despegarme de esto, porque es la única manera de mantenerte vivo y de pedirte perdón todos los días.

Y mientras lo tenga y mientras mis muñecas sigan articuladas y mientras mis dedos sigan moviéndose y tenga tus mentiras y mientras tenga todas tus verdades, voy a hacerlo. Aunque estos tres meses, sumen años y décadas. Y los 16 con los que me dejaste se hagan más y más decadentes.
Te lo prometo. Te lo prometo porque, aunque decidiste dejarme sola, eres mi villano favorito. Porque me haces falta en cada respiro.
Te lo prometo, porque a pesar de que no estás, eres lo único, lo único que queda.

Porque fui incapaz de hacerlo cuando debía, voy a mantenerte vivo. Te lo prometo.

miércoles, 7 de marzo de 2007

La paz es la peor cosa



"La agonía puede matar o puede sustentar la vida, pero la paz es siempre horrible.
La paz es la peor cosa.
Mantente alejado de dios, permanece angustiado.
Deslízate"

martes, 6 de marzo de 2007

J.A

Si hay algo que quiero que sepas es que sé todo acerca de ti. Puede que te parezca extraño y tardío. Puede que no lo entiendas y puede que jamás te enteres.
Pero si hay algo que deberías saber, es que he repasado tu cara mil veces, buscando en tus rasgos tu pasado, lo que piensas, cómo vives.
Leyéndote y releyéndome, encontrando en cada palabra una aterradora actualidad.

Te asustaría saber cuanta gente tenemos en común y como es que todos dicen lo mismo de ti. Jamás se te ocurrirá que tenías que aparecer para recordarme que nada en este lugar sucedió por casualidad. Para enseñarme que lo que me recorre no era tan débil, ni tan ajeno. Para dejar de renegar de todo lo que soy y todo lo que hago.

En tiempos donde no siento absolutamente nada y camino por las veredas rabiosa porque se que tengo sus mismos ojos impávidos, sabiendo que lo culpo de absolutamente todo y que probablemente cometeré los mismos errores, eres de las pocas cosas en la tierra que me causa sensaciones en el estómago. Así decidí dejar de buscarte, o si quiera empezar. Puede que algún día toque una puerta y te encuentre del otro lado del teclado, hojeando las mismas páginas que yo miro, pero que son tuyas, haciendo lo mismo que yo solo intento. Solo quiero saber si alguna vez te pareciste a mí. O si me viste mientras caminabas entre los kioscos.

Alguna vez pensé que debía visitar la casa de la mujer más brillante o la bailarina más puta para encontrar algo que se te pareciera un centésimo. Quizás en mi estado más automedicado o el más absurdo, porque lo cierto es que hasta ese momento ni se me hubiera ocurrido imaginarte respirando.
Jamás me agradaron las festividades, o por lo menos, no desde que comenzó esta peligrosa lucidez. Así es como supe de ti, mientras consumía todos mis asuntos pendientes y pésimas decisiones mezcladas entre nicotina y cumbias de año nuevo. Mientras de seguro tú liberabas las mismas bocanadas de humo en otro lugar, las imagino menos espesas, más rítmicas, menos solitarias.

Me gustaría que entendieras algo. Te lo digo probablemente porque jamás lo sabrás. Nunca te he mirado a los ojos, no tengo ninguna noción del tono de tu voz, ni conozco a tu familia. Puede que solo compartamos un par de letras y un RH, y sin embargo saber que existes hace que en este lugar absolutamente todo tenga sentido.